El Hombre y la nieve

La explotación de los recursos que ofrecían las zonas no cultivadas generó todo un conjunto de construcciones auxiliares de gran interés etnológico. Uno de los ejemplos más destacados son las casas de nieve.

Las casas de nieve eran grandes depósitos excavados en el suelo que a menudo aprovechaban una sima natural. La nieve se almacenaba con el fín de conservaría hasta el verano.

Los neveros recogían toda la nieve de los alrededores y la transportaban hasta la casa . Entonces, la Iban depositando en capas dentro de la casa, pisando bien para conseguir bloques
compactos de hielo.

Cerca de las casas se construían bancales o paredes de piedra para favorecer la acumulación de la nieve. También suele haber un porche destinado a cobijar a los neveros durante los ocho o quince días que duraba el trabajo y un camino que debía permitir el rápido transporte del hielo.

Una vez llegada del calor, normalmente a comienzos de la primavera, los arrieros eran los encargados de bajar el hielo envuelto en carrizo hasta los pueblos cercanos.

El hielo se destinaba sobre todo a usos terapéuticos, por ejemplo, para bajar la fiebre o inflamaciones, hematomas, etc. Pero también para usos gastronómicos, como el helado que
hacían en Can Joan de s’Aigo en Palma.

Esta actividad tuvo una gran importancia en Mallorca desde finales del siglo XVI hasta principios del XX cuando se abandonó debido a la industrialización del proceso de producción de hielo.

En la Serra se conocen unas cuarenta casas de nieve, algunas de ellas ya desaparecidas. En el término municipal de Escorca se conservan veinte. A continuación se relacionan algunas de ellas.


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